¿Sabemos
lo que comemos?, ¿comemos todo lo que es comestible?, ¿por qué no
comer insectos? Entomofagia, es precisamente eso, comer insectos.
Uno de
los objetivos fundamentales del ser humano es la alimentación, en
torno a este hecho giran múltiples aspectos, desde poder y riqueza
hasta servilismo o pobreza. Además de mostrarnos gran parte de las
costumbres y cultura de los pueblos.
En su
necesidad de nutrirse el hombre debe buscar los alimentos necesarios
para subsistir, y dependiendo de su hábitat consumir unos alimentos
u otros. Este consumirá, de forma más habitual, aquellos alimentos
existentes en su entorno que le sean más óptimos desde el punto de
vista de una relación coste/beneficios. Es decir, consumirá
aquellos alimentos que satisfagan más sus necesidades en forma
proporcional al esfuerzo en conseguirlo. Por ejemplo, si para cazar
un jabalí y manipularlo hasta su cocinado final se necesita cuatro
horas para un beneficio de determinadas calorías, preferirá este a
no un conejo para el que necesita una hora y le aporta una décima
parte de calorías. O preferirá cazar un ciervo antes que diez
codornices sí en total necesita el mismo periodo de tiempo con una
diferencia de unas cuarenta veces menos de calorías. Sin embargo, si
necesitara una hora para conseguir la suficiente cantidad de
codornices, que le aportara la misma cantidad de calorías que el
ciervo, optara por las codornices que en relación al tiempo empleado
le proporcionará más calorías.
El
hombre elegirá aquellas especies animales o vegetales que le aporten
un mayor rendimiento en relación a su coste beneficio, e irá
capturando otras especies en medida que empiecen a escasear aquellas
más rentables, lo que le supondrá un aumento del coste en relación
a su beneficio.i
Opino que en cierto modo esto lo podemos comparar a una relación
calidad/precio, ante la necesidad de adquirir un producto en un
supermercado.
¿Quién
come si, y quién no come insectos?
Esta
teoría nos puede ayudar a comprender porque ciertas poblaciones
tienden al consumo de unas especies u otras. En los lugares donde no
abundan grandes especies los individuos deberán de conseguir
satisfacer sus necesidades a partir de otras especies más pequeñas
o conglomeradas.
En la
selva del Amazonas, así como en otros lugares, son más abundantes
los insectos, muchos de ellos de gran tamaño, que otras especies
bastante mayores. Por lo general los insectos, sobre todo las
especies más considerables, son más cuantiosas en las zonas del
ecuador y los trópicos, que en los hemisferios. De ahí que los
habitantes de estas zonas recurran a ellos, de forma asidua, como
alimento en compensación a la escasez de otras especies que le
aporten las calorías necesarias.
Esta
obligación necesaria de búsqueda de alimentos para satisfacer las
necesidades nutritivas del hombre, practicadas durante cientos de
años, termina por convertirse en hábito y costumbre, y como tal en
identificativo cultural de los pueblos.
Otra
aportación interesante, para comprender el consumo de insectos por
los humanos, es que estos son muchos más asequibles para las clases
desfavorecidas que la carne. De ahí que, más de las dos terceras
partes de la humanidad coma insectos de manera más o menos habitual.
Esto
nos puede ayudar, en parte, a comprender porque las sociedades
europeas y norteamericanas sentimos una aversión natural a cierto
tipo de alimentos… como los insectos.
Los
territorios menos consumidores de insectos son Europa y Norteamérica.
En gran medida se debe a que los habitats naturales de estas zonas
son pobres en insectos, en particular de gran tamaño, y son más
ricas en animales mayores salvajes o domésticos. El habituamiento a
una dieta carente de insectos hace, culturalmente, que estos sean
rechazados de manera inmediata y considerados no gratos y nocivos.
El
mero hecho de pensar en una hormiga, un escarabajo o una chinche como
alimento provoca repugnancia. No obstante no ocurre lo mismo con los
crustáceos, a pesar de ser animales mucho más carroñeros.
Las
culturas consumidoras de insectos son muy numerosas. En particular en
aquellas regiones más ricas en fauna insectil y más pobres en
vertebrados de gran tamaño. Hormigas consumen diversos grupos de
población en Colombia, Tailandia, Suráfrica, los aborígenes
australianos y numerosas tribus amerindias. Abejas y avispas en
China, Birmania, Sri Lanka y algunas zonas de Japón. Mariposas,
polillas o sus larvas entre los esquimales, Indonesia, Japón, China,
Madagascar, Zimbabwe. Cucarachas en China, Tailandia, los bosquimanos
del Kalahari y aborígenes australianos.ii
Méjico
es hoy día el mayor consumidor de insectos, no sólo por la cantidad
de especies consumidas, más de 250; sino por el gran porcentaje de
población que los consume. En Méjico se comen entre otras especies
jumiles, que incluso tiene un día de celebración “Día del jumil”
(en el día después de los difuntos); larvas de mariposas, larvas de
hormigas o escamoles; los huevos de chinches acuáticas llamados
ahuautle conocidos como caviar mejicano; saltamontes llamados allí
chapulines; larvas de abejas y avispas, etc.
¿Por
qué comer insectos?
El
rechazo de los euronorteamericanos a comer insectos, además de y por
las razones expuestas; se debe a que culturalmente los asociamos con
infecciones y como portadores de enfermedades. Pero seguramente
nuestra aversión hacia ellos sea menor si distinguimos entre los que
solemos ver por nuestras ciudades y casas de los que viven al aire
libre en la naturaleza; o hacia una especie u otra.
Los
insectos que se alimentan de plantas no son más perjudiciales, ni
están más contaminados de lo que pueden estarlo un cerdo o una
gallina, o cualquier animal de granja. Y, si alguno de ellos pudiera
estar contaminado por haberse alimentado de vegetales tratados con
productos químicos se podría solucionar dejándolos en ayunas para
que sea su propio organismos quien expulse las toxinas, además de
solucionar el problema cocinándolos.
Los
insectos son seres vivos perfectamente comestibles desde un punto de
vista biológico, nutritivamente hablando son una gran fuente de
calorías.
Cien
gramos de termitas africanas proporcionan 610 calorías frente a 245
que proporciona la misma cantidad de hamburguesa cocinada. Para
satisfacer las necesidades de calorías diarias habría que comer 3.3
kilos de gambas frente a tan sólo 500 gramos de termitas aladas. Por
otra parte tienen la ventaja de que su combinación de altos
contenidos de materia grasa y proteínas los hace aconsejable para
gente carente de ambas.iii
El interés nutricional de los insectos no es sólo por su contenido
en proteínas, sino también por la constitución de sus grasas. Sus
ácidos grasos poliinsaturados son mayores en proporción a los del
pescado o las aves. En cuestión vitamínica, por ejemplo, las larvas
de abeja contienen diez veces más vitamina D que el hígado de
pescado y dos veces más vitamina A que la yema de huevo.iv
Por
tanto desde un punto de vista, sensorial, nutritivo y toxicológico
no hay nada que nos haga evitar su consumo –otra cosa es el
aspecto cultural-.
El que
más y el que menos ha tenido el placer de probarlos. Consciente o
inconscientemente hemos ingerido una mosca, un gusano entre la
lechuga o unos bichitos entre el arroz o la harina; no nos ha pasado
nada y encima nos ha proporcionado un aporte extra.
Como
hemos dicho anteriormente en determinadas zonas geográficas, como
aquellas que gozan de un clima frío o templado, es más difícil
encontrar insectos rentables para el consumo. Pero si es posible
cultivarlos en condiciones favorables en un entorno creado a
propósito para ello. Además de ser sus necesidades muy escasas, con
lo que el costo es bajo, nos ofrecen unas mejores garantías
higiénicas. Actualmente se comercializan insectos como productos
para gourmet envasados, en forma de galletas, dulces, como productos
dietéticos, etc.
Por
tanto los insectos son seres vivos perfectamente comestibles y que
nos pueden aportar un gran número de ventajas.
Los
insectos son el grupo animal más numeroso de la naturaleza, por
tanto fomentar su consumo, podría contribuir en gran manera a paliar
las necesidades alimentarias de una gran parte de la humanidad que
carece de los recursos nutritivos necesarios.
“La
razón de que no los comamos no consiste en que sean sucios y
repugnantes; más bien, son sucios y repugnantes porque no los
comemos” M. Harris
NOTAS:
-
Algunas
recetas con insectos pueden ser: tortilla de larvas, escamoles en
mantequilla, chapulines fritos a la mejicana, saltamontes con
chocolate, hormigas caramelizadas, etc.
i
A esto se le denomina Teoría de la caza/recolección óptima.
Marvin Harris explica, con mucho más detalle, este concepto en su
libro “Bueno para comer”, 1985.
ii
Claude Fischler -El (h)omnívoro. El gusto, la cocina y el
cuerpo.1990-
iii
Marvin Harris ob. Cit.