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lunes, 26 de diciembre de 2016

MANJAR BLANCO (Recetas con historia).

MANJAR BLANCO 

El manjar blanco se hace de esta manera. Primero se coge una gallina y ocho onzas de harina de arroz y media libra de agua de rosas y una libra de azúcar fino, y ocho libras de leche de cabra y si no la hubiere tomarás tres libras de almendras blancas y después cojeras la gallina que sea buena, gorda y tallosa y cuando quieras hacer el manjar blanco matarás la gallina y la desplumarás en seco, lávala bien y ponla a hervir en una olla que no hayas cocinado nada en ella, cuando la gallina este cocida un poco mas de la mitad, tomarás las pechugas y las deshilacharás como si fuera azafrán. Después tomarás el agua de rosas y la rociaras sobre las pechugas de gallina, después que vaya todo dentro de la olla que no sea de cobre ni estañada, porque podría tomar el sabor del estaño, y si fuera recién estañada haréis hervir mucho pan y lo haréis sudar mucho para que de esta manera se vaya fuera el sabor del estaño. Después pondrás la gallina en el caldo de ella misma y lo pondrás juntamente con la gallina y coge un meneador de madera y deshacerlo para que no tome sabor de la leña. Cogerás la mitad de la leche y la meterás dentro de la olla con la gallina, después pondrás la harina de buena forma y poco a poco para que no se agarre a la olla, y meterás allí ocho dineros de azúcar dentro de la olla y deja hervir poco a poco hasta que hierva la leche sin dejar de mover y guardarla bien del humo, y cuando el manjar se ponga claro la gallina estará bien, y si no es bastante no pongas más leche y cuando el manjar se ponga como queso asado esta cocido y pondrás el agua de rosas y lo gordo de la olla pero que sea limpio y no haya tocino. Y sabes que de una gallina traeras seis escudillas, déjalo sudar fuera del fuego y después harás la escudillas, y pondrás encima azúcar fino y de esta manera se hace el manjar blanco perfecto y bueno se puede probar siempre así.

Receta transcrita y traducida de el “Libre de doctrina per a ben servir, de tallar y del art de coch…” de Rupert de Nola. Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes.

Rupert de Nola fue maestro cocinero y cocinero del rey aragonés Fernando de Nápoles. Autor del primer libro de cocina publicado en castellano en el año 1525 con el titulo de “Libro de guisados”; cinco años antes había sido editado en catalán.

El manjar blanco fue un plato de enorme popularidad durante toda la Edad Media y el Renacimiento; Rupert de Nola aporta cuatro en su libro (De menjar blanch de caraba, do menjar blanch, de menjar blanch de malalt y el citado anteriormente). Es una receta que parece ser tiene su origen en los monasterios cercanos a Reus y con anterioridad al s.X, aunque los franceses también reclaman su autoría y lo sitúan en Languedoc; por sus ingredientes principales de claro origen musulmán parece más logico su origen español debido a la influencia árabe. La receta que nos aporta de Nola puede ser que la tomase prestada de “El llibre de Sent Soví”, uno de los libros de cocina más antiguos que se conocen, un compendio de recetas anónimas editado en catalán en el año 1324; posteriormente, prácticamente, no falto en ningún libro de recetas medievales ni renacentistas en múltiples versiones. Al principio se trataba de una crema espesa compuesta básicamente de gallina, arroz, almendras y azúcar. Es en los siglos XVI y XVII cuando este plato goza de más fama como comida de corte, en una época en la que predominaba una mezcla de lo dulce y lo salado.
El manjar blanco es una elaboración que ha ido evolucionando a lo largo de la historia hasta convertirse en un delicioso postre como el manjar blanc catalán o el blonc-monger francés, de ahí la variedad de recetas sobre el mismo plato que podemos encontrar en los distintos recetarios.
En la foto, en su versión postre. Elaborado con canela en rama
 y cáscara de limón infusionado en leche de almendras con azúcar
y espesado con sémola de arroz.

Manjar blanco según receta de A. Carême (1783- 1833):

Poner en agua hirviendo una libra de almendras dulces y veinte almendras amargas. Después de pelarlas, dejarlas en remojo en una cazuela de agua fresca, lo cual las blanquea de forma singular. Escurrirlas y secarlas frotando con una servilleta. Triturarlas en un mortero, agregando gradualmente una cucharada de agua para que no se vuelvan aceite. Cuando esten trituradas sacarlas del mortero y ponerlas en un cazo. Diluir las almendras en cinco vasos de agua filtrada. Después extender un paño liso sobre una fuente; echar el manjar blanco en el paño y retorcer hasta exprimir la esencia de la leche de almendras y añadir enseguida doce onzas de azúcar cristalizada y pasada por el tamiz de seda. Una vez disuelta el azúcar, colar de nuevo el manjar blanco con el paño y mezclar con la leche de almendras una onza y cuatro gramos de cola clarificada y templada para que se una perfectamente al manjar. Volcar este después en un molde. El molde debe ser colocado antes en 15 libras de hielo picado. Tres horas más tarde, cuando se vaya a servir, desmoldar según el procedimiento acostumbrado.

Posible actualización de la receta de R. de Nola:

- Hierve una pechuga de pollo en agua con un poco de sal.
- Aparte pon a hervir un l. de leche, ½ l. de nata y ½ l. de caldo de ave.
- Con parte de esta mezcla liga unos 300 g. de azúcar, 150 g. de harina de arroz, 150 g. de almendras picadas y peladas y la pechuga desmenuzada en tiras.
- Después de que haya hervido la mezcla de los líquidos durante unos 15’ añade los ingredientes ligados con parte de la mezcla y mantenlo en el fuego removiendo mientras hierve por otros 15’.
- Engrasa un molde adecuado y echa la mezcla.
- Déjalo reposar en frío el tiempo necesario.
- Desmóldalo y quemalo con azúcar por arriba.

En muchos países hispanoamericanos existen recetas con este nombre que han evolucionado en elaboraciones similares al dulce de leche.

Es una pequeña muestras de las distintas elaboraciones que puede tener un plato con el mismo nombre, con la misma base y con mucha historia.


Un saludo,



viernes, 25 de noviembre de 2016

Marie-Antoine Carême

Este articulo lo escribí para el foro de Chefuri y lo recupero como primer aporte a este blog

Marie-Antoine Carême… rey de los cocineros (1783-1833).



Foto de un grabado de A. Carème

Si en el mundo de la cocina y los cocineros hay alguien que merece destacar, uno de ellos es, sin duda, Antonin Carême. Con él se puede decir que termina una época en la cocina y empieza otra. Con él nace la cocina moderna y la hegemonía de la cocina francesa.

Marie-Antoine Carême nace en París en el año 1783. Hijo de una familia numerosa (entre 14 y 20 hermanos, según las distintas fuentes) y sumida en la miseria, es el menor de todos ellos. Debido a las dificultades económicas de la familia, su padre se ve obligado a abandonarle en las calles de París, a la edad de 10 años, diciéndole de una forma u otra búscate la vida. Este suceso marcaría la trayectoria del futuro genio de la cocina.

Bien por azar, bien por instinto, sus pasos fueron a dar a una venta o taberna donde se servían comidas. Acogido por el dueño, allí empezó su aprendizaje y tuvo los primeros contactos con la cocina. Movido por sus ansías de aprender y con el deseo de obtener una formación completa a la edad de 15 años entra como aprendiz en Chez Bailly, quizás la mejor pastelería de París por aquel entonces, y dos años más tarde era su primer operario. Viendo sus grandes cualidades el maestro le da permiso para ir asiduamente a la Biblioteca Nacional y Gabinete de grabados en acero, de donde copiaba numerosos dibujos y bocetos arquitectónicos que más tarde ejecutaba en piezas montadas. Acudía como extra a las principales fiestas que se daban en París donde vigilaba los buffets y exponía sus piezas montadas, teniendo gracias a ello contacto con los grandes cocineros de la capital, que le desvelaban parte de sus conocimientos.

En el año 1801 abandona la casa Bailly para entrar a dirigir otra casa de importancia, la de los herederos de Gendron. Al año dejó el puesto para dedicarse a trabajar solamente como extra. En el año 1804 abre su propio negocio, con una gran clientela, que mantiene hasta 1813. Durante esa época mantiene contacto con los cocineros más prestigiosos entre ellos Bouchet, cocinero de Tayllerand, y Laguipierre jefe de cocina de Murat a quien Carême consideró su maestro en más de una ocación. También realizó grandes trabajos en las Tullerias, en los Campos Eliseos y de forma continuada para el príncipe de Tayllerand, extraordinario gastrónomo y de un paladar exquisito. Fue cuando estando al servicio de este, el zar Alejandro emperador de todas las Rusias, quiso visitar las cocinas del Palacio, al entrar en ella todos los que allí estaban se descubrieron, a excepción de Carême, el zar enojado preguntó ¿quien es ese insolente?, a lo que Tayllerand respondió: la cocina, su majestad. Poco tiempo después es el jefe de las cocinas del zar en el Eliseo.
En 1816 entra al servicio del Príncipe de Gales, el futuro rey de Inglaterra Jorge IV. En 1818 es reclamado de nuevo por el zar Alejandro, que se lo lleva como cocinero jefe a Aquisgrán durante un congreso internacional. Después de esto se traslada a Viena al servicio de Lord Steward, embajador britanico, durante el Congreso de Viena Carême tiene ocasión de demostrar el riguroso sentido de organización que posee dando tres banquetes en tres días, lejos de la capital y con bastantes dificultades de aprovisionamiento. En 1819 es llamado de nuevo por el zar para que se hiciera cargo de sus cocinas en San Petersburgo, pero por diversas circunstancias, entre ellas la desconfianza y que olisqueaban y metían mano en todo lo que hacía volvió a París sin llegar a tomar posesión efectiva del cargo.
De nuevo en París entra al servicio de la princesa de Bragation. Nuevamente es llamado por lord Stewart para que se hiciera cargo de sus cocinas en Viena. Cuando este se retira a Londres entra al servicio del embajador austriaco en París, el príncipe Sterhazy, hasta 1823. De allí pasa a la casa de los Rotschild, en la que permanece durante seis años, hasta 1829, fecha en la que da por terminada su carrera.
A partir de entonces se dedica a escribir, a sus estudios científico-gastronómicos y a recibir y aconsejar a sus alumnos. Quizás debilitada su salud, por los celos y continuos ataques de críticos y compañeros de profesión se ve obligado a guardar cama, y su vida se ve truncada un día de enero de 1833 mientras explicaba a uno de sus alumnos como corregir un plato que le había preparado.

Carême fue un hombre tremendamente culto, y, junto con la cocina y la arquitectura se dedicó a otra de sus pasiones… la de escribir. Entre sus obras cabe destacar: Le patissier royal parisien, obra en dos volúmenes, Le patissier pittoresque; ambas obras ilustradas por el propio autor. Le maître d’hotel français, en dos volúmenes; Le cuisinier parisien; y su más ambiciosa obra L’art de la cuisine au XIX siêcle, obra en cinco volúmenes de los cuales los dos últimos fueron terminados por sus alumnos gracias a las notas de su amigo Plumeray. En sus libros de cocina son abundantes las observaciones y aclaraciones sobre técnicas y recetas. Como escritor fue bastante prolífico y no sólo escribió sobre gastronomía sino que también publicó algunas obras sobre arquitectura.

Carême es el verdadero maestro en el arte de los bufés. Según palabras de Néstor Luján “Carême sabía excitar el apetito y renovar, por la belleza de su presentación, el orden y la sucesión, medida y suntuosa, de los platos, de los más suntuosos banquetes... Para el gusto de hoy, la escenografía de la mesa y la riqueza de sus condimentos, hacen difícil pensar que Carême fuera considerado en su época como un simplificador. Pero evidentemente lo fue,…”. Carême es pionero en diferenciar las decoraciones de platos calientes y platos fríos.
Aunque ya existían de antes, es el primero en teorizar sobre las técnicas del braseado y salteado, términos que no son exactamente iguales para lo que hoy día conocemos; el braseado para Carême guarda más similitud con lo que actualmente conocemos por esa técnica, pero sin embargo el salteado era para él, un jugo concentrado resultante de la cocción prolongada de este y pasado por un colador, y que sirve para enriquecer el sabor de las piezas cocidas en él.
Antonin era, sobre todo, un gran pastelero y un gran salsero, como ejemplo de compenetración de estas dos categorías podemos citar su magistral receta de volován a la financiera, creo poder afirmar que fue el creador del volován. En una época en la que se multiplican las salsas, Carême, fue el primero en teorizar sobre ellas y realiza una clasificación de las grandes salsas, a partir de las cuales se pueden elaborar infinitud, para él eran cinco: española, velouté, bechamel, alemana y la salsa de tomate.

Carême, además, trabajo enormemente para dignificar el trabajo de sus compañeros de profesión, para mejorar la higiene en las cocinas e introdujo cambios en la uniformidad, así como la creación de nuevos utensilios de cocina diseñados por él.

Fue criticado por muchos, que le reconocieron después de su muerte. Pero él a su vez, también lo fue, sobre todo con los críticos de cocina, en especial con B. Savarin, a los que recriminaba que escribieran sobre cocina sin ser verdaderos prácticos en el arte.


Algunas observaciones, de Carême, extraídas de uno de sus libros:

Sobre el cocido:
Por medio de este calor templado el cocido espuma lentamente…, o sea la parte más sabrosa de la carne, al disolverse poco a poco, comunica unción al caldo… Por el contrario, si la marmita se coloca sobre un fuego demasiado fuerte, la ebullición se precipita, la albúmina se coagula y endurece… y no se obtiene para comer sino un hervido duro y un caldo sin sabor”

Sobre la farsa para rollos y quenelles:
He aquí otra de las cosas que he mejorado sensiblemente al suprimir la clara de huevo montada… y sustituirla por bechamel…la clara de huevo no podía comunicar al rollo durante la cocción sino un abotargamiento que cesaba al escurrirlo sin darle muelle alguno. La adición de la salsa bechamel, por el contrario, le confiere delicadeza, sabor y perfección. Mis colegas que tenían por costumbre cocinar de esta antigua forma pronto se darán cuenta de la diferencia…”

Sobre los potajes:
Es necesario agregar una punta de azúcar en los potajes de raíces y legumbres para atenuar su acritud y hacerlos más agradables”


Sobre los… (a los que sientan más curiosidad les recomiendo la lectura de uno de sus libros)


Y con esto termino, por el momento, una breve semblanza del que fuera considerado el rey de los cocineros y cocinero de reyes, y el más grande cocinero que en el mundo ha sido y será.


Bibliografía consultada:
-El gran arte de los fondos, caldos, adobos y potajes. M.A. Carême. Ed. Tusquets
-Historia de la gastronomía. H.Schraemli. Ed. Destino
-Historia de la gastronomía. N. Luján. Ed. Folio
-Historia de la cocina y de los cocineros. E.Neirinck y J.P. Poulain. Ed. Zendrera Zariquiey
-Historia de la cocina occidental. C. Azcoytia. Ed. adamRamada


Notas aparte:
Podéis consultar el siguiente artículo de Abraham García sobre Carême