Buscar este blog

sábado, 26 de noviembre de 2016

SOBRE EL GAZPACHO




Hace tiempo que vengo observando que se le denomina gazpacho a ciertas elaboraciones culinarias que de gazpacho no tienen ni la primera letra, no se les parece en nada, ni en los ingredientes, ni en la elaboración. Considero por mi parte, que, además de confundir al personal, esas preparaciones son un acto de terrorismo gastronómico y sabotaje en un intento de desprestigiar al gazpacho de siempre. Hay cocineros de reconocido prestigio que han hecho innovaciones o adaptaciones sobre el respetando la base tradicional, tienen mis respetos y admiración.
Pero no para ahí la cosa, en la serie de atentados que se cometen contra el gazpacho he visto cometer atrocidades, bien por desconocimiento, bien por otras causas, que van contra todo sentido común y del buen gusto; basten como pequeños ejemplos el prepararlo con tomate frito en conserva o la ausencia de aceite de oliva.


El gazpacho probablemente sea la mejor sopa fría del mundo y nutritivamente es una autentica fuente de salud, que a pesar de su origen humilde y campesino se ha convertido en un plato casi obligado en las cartas de los mejores restaurantes; y, que ha servido de fuente de inspiración a innumerables preparaciones, desde clásicas a vanguardistas.

El gazpacho en un principio ni se llamaba así ni era como lo conocemos ahora. En Lo que no hay duda es en su nacimiento humilde y campesino y que su región de origen fue lo que hoy llamamos Andalucía. Puede ser que en sus primeras formas el gazpacho fuera introducido en la península Ibérica por los legionarios romanos que utilizaban para reponerse y como refrigerio una sopa a base de agua, vinagre, pan y ajo. Puede ser que los campesinos andaluces idearan para restablecerse y alimentarse en épocas de mucho calor y con los alimentos que tenían a mano las primeras formas de lo que posteriormente acabaría convirtiéndose en el gazpacho andaluz. Los gazpachos antiguamente eran blancos y estaban compuestos básicamente por ajo, pan, aceite, vinagre, sal y agua; dependiendo de la zona o el pueblo donde se elaborase podían tener algunos añadidos sobre estos seis elementos como almendras machacadas (ajoblanco), piñones, uvas, tomillo, comino, hierbabuena… o incluso alguna salsa similar a la mahonesa (gazpachuelos) o cualquier otro elemento.

No fue hasta finales del s. XVII o el XVIII cuando con la llegada de productos traídos de América como el tomate y el pimiento se produce un mestizaje que daría lugar al gazpacho tal como lo conocemos en la actualidad, al unirse estos a los seis elementos mencionados anteriormente.
Variedades de gazpacho existen muchas, prácticamente cada pueblo andaluz tiene la suya. Sin embargo el tradicional gazpacho andaluz es el rojo compuesto por los elementos mencionados anteriormente con la adición de pepino y cebolla de manera opcional, todo ello en crudo.
Partiendo de ahí cada provincia andaluza, e incluso extremeña y alguna otra, tienen sus variaciones sobre el habitual, que modifican de una manera u otra su sabor y presentación.

Del gazpacho tradicional surgen otras elaboraciones estrechamente emparentadas con él como pueden ser las siguientes:
- Ajos blancos: son blancos y llevan almendras crudas peladas.
- Salmorejos: son rojos y espesos y suelen ir guarnicionados.
- Gazpachuelos: se les incorpora yemas y/o claras o alguna salsa tipo mahonesa. Pueden ser fríos o calientes.
- Gazpachos calientes: son variaciones sobre el gazpacho que se elaboraban en temporadas menos calurosas.
Dentro de cada uno de estos grupos podemos encontrar distintas preparaciones que reciben diversas denominaciones o adjetivos diferenciadores. Además de las elaboraciones incluidas en estos grupos podemos encontrar infinidad de variaciones sobre el gazpacho o platos parecidos realizados sobre la base del gazpacho.

La forma tradicional de realizar el gazpacho es la de majar sus ingredientes e ir incorporando el aceite poco a poco y removiendo a mano hasta lograr una perfecta emulsión. Hoy día es perfectamente admisible el realizar el gazpacho con batidora eléctrica, artilugio que nos facilita enormemente el trabajo.

Mi receta de gazpacho andaluz.

1500 g. de tomate rojos, pero enteros
2 o 3 pimientos verdes tipo italiano o de freír (dependiendo del tamaño)
4 dientes de ajo
1 trozo de pepino
150 cl. de aceite de oliva virgen
35 cl. de vinagre de Jerez
Pan asentado (la cantidad dependerá del espesor deseado)
Sal
Agua (la justa para remojar el pan)

Lavar todas las verduras. Poner todos los ingredientes troceados y el pan sin escurrir dentro de un recipiente apto para poder usar la batidora, salvo dos partes de aceite. Introducir la batidora y triturar al máximo todos los ingredientes, ir incorporando poco a poco el resto del aceite a la vez que seguimos triturando, con menos revoluciones, hasta la perfecta integración de todos los condimentos. Rectificar, pasar por el chino y enfriar.
Opcionalmente le podemos preparar una guarnición, dependiendo de los casos.

Nota: Las medidas son aproximadas, dependiendo un poco de los gustos de cada uno.
Este artículo fue publicado originariamente en Chefuri.com



ESCABECHE de BONITO:

ESCABECHE de BONITO:

Un escabeche bien hecho por nosotros mismos no tiene nada que ver con esos que nos encontramos enlatados, es mucho más sabroso y de confianza. Es un plato que se puede apetecer, con la ventaja de que lo podemos realizar con antelación y se conserva perfectamente durante bastante tiempo.

 El escabeche es una de las elaboraciones más antiguas de la actualidad, no debemos olvidar que fue unos de los primeros métodos empleados para alargar la conservación de los alimentos. Con tanta aceptación que, además, acabó convirtiéndose en plato.

En este caso hemos utilizado bonito pero se puede realizar con otras muchas clases de pescado (atún, sardinas, caballas, etc.).

Ingredientes:

  • Una pieza de bonito de unos 3 kilos.
  • Aceite de oliva
  • Algo más de una tercera parte, de la cantidad de aceite empleado, de vinagre de vino
  • Sal
  • Cebolla al gusto
  • Blanco de puerro al gusto
  • Apio al gusto
  • De 5 a 8 dientes de ajo
  • Zanahoria al gusto
  • Pimienta negra en grano a discreción
  • Unos clavos de olor
  • Unas hojas de laurel
  • Pimiento verde y rojo de forma opcional

Todos los ingredientes los cortaremos en juliana.

Primero cogeremos el bonito y le sacaremos los cuatro lomos.
Los fileteamos, sazonamos y los freímos ligeramente en el aceite y reservamos.
En el mismo aceite que utilizamos para freír el pescado iremos añadiendo progresivamente, la cebolla, el puerro, el apio, los ajos y la zanahoria.
Añadimos los granos de pimienta, el clavo y el laurel.
Si queremos le añadimos pimiento verde y rojo.
Le echamos el pimentón, removemos y le añadimos el vinagre.
Dejamos que empiece a hervir e incorporamos los filetes de pescado que habíamos prefrito, procurando que queden cubiertos.
Dejamos enfriar y guardamos en el frigorífico. Lo comemos fresquito al día siguiente.


Hay van unas cuantas fotos del proceso:












viernes, 25 de noviembre de 2016

Marie-Antoine Carême

Este articulo lo escribí para el foro de Chefuri y lo recupero como primer aporte a este blog

Marie-Antoine Carême… rey de los cocineros (1783-1833).



Foto de un grabado de A. Carème

Si en el mundo de la cocina y los cocineros hay alguien que merece destacar, uno de ellos es, sin duda, Antonin Carême. Con él se puede decir que termina una época en la cocina y empieza otra. Con él nace la cocina moderna y la hegemonía de la cocina francesa.

Marie-Antoine Carême nace en París en el año 1783. Hijo de una familia numerosa (entre 14 y 20 hermanos, según las distintas fuentes) y sumida en la miseria, es el menor de todos ellos. Debido a las dificultades económicas de la familia, su padre se ve obligado a abandonarle en las calles de París, a la edad de 10 años, diciéndole de una forma u otra búscate la vida. Este suceso marcaría la trayectoria del futuro genio de la cocina.

Bien por azar, bien por instinto, sus pasos fueron a dar a una venta o taberna donde se servían comidas. Acogido por el dueño, allí empezó su aprendizaje y tuvo los primeros contactos con la cocina. Movido por sus ansías de aprender y con el deseo de obtener una formación completa a la edad de 15 años entra como aprendiz en Chez Bailly, quizás la mejor pastelería de París por aquel entonces, y dos años más tarde era su primer operario. Viendo sus grandes cualidades el maestro le da permiso para ir asiduamente a la Biblioteca Nacional y Gabinete de grabados en acero, de donde copiaba numerosos dibujos y bocetos arquitectónicos que más tarde ejecutaba en piezas montadas. Acudía como extra a las principales fiestas que se daban en París donde vigilaba los buffets y exponía sus piezas montadas, teniendo gracias a ello contacto con los grandes cocineros de la capital, que le desvelaban parte de sus conocimientos.

En el año 1801 abandona la casa Bailly para entrar a dirigir otra casa de importancia, la de los herederos de Gendron. Al año dejó el puesto para dedicarse a trabajar solamente como extra. En el año 1804 abre su propio negocio, con una gran clientela, que mantiene hasta 1813. Durante esa época mantiene contacto con los cocineros más prestigiosos entre ellos Bouchet, cocinero de Tayllerand, y Laguipierre jefe de cocina de Murat a quien Carême consideró su maestro en más de una ocación. También realizó grandes trabajos en las Tullerias, en los Campos Eliseos y de forma continuada para el príncipe de Tayllerand, extraordinario gastrónomo y de un paladar exquisito. Fue cuando estando al servicio de este, el zar Alejandro emperador de todas las Rusias, quiso visitar las cocinas del Palacio, al entrar en ella todos los que allí estaban se descubrieron, a excepción de Carême, el zar enojado preguntó ¿quien es ese insolente?, a lo que Tayllerand respondió: la cocina, su majestad. Poco tiempo después es el jefe de las cocinas del zar en el Eliseo.
En 1816 entra al servicio del Príncipe de Gales, el futuro rey de Inglaterra Jorge IV. En 1818 es reclamado de nuevo por el zar Alejandro, que se lo lleva como cocinero jefe a Aquisgrán durante un congreso internacional. Después de esto se traslada a Viena al servicio de Lord Steward, embajador britanico, durante el Congreso de Viena Carême tiene ocasión de demostrar el riguroso sentido de organización que posee dando tres banquetes en tres días, lejos de la capital y con bastantes dificultades de aprovisionamiento. En 1819 es llamado de nuevo por el zar para que se hiciera cargo de sus cocinas en San Petersburgo, pero por diversas circunstancias, entre ellas la desconfianza y que olisqueaban y metían mano en todo lo que hacía volvió a París sin llegar a tomar posesión efectiva del cargo.
De nuevo en París entra al servicio de la princesa de Bragation. Nuevamente es llamado por lord Stewart para que se hiciera cargo de sus cocinas en Viena. Cuando este se retira a Londres entra al servicio del embajador austriaco en París, el príncipe Sterhazy, hasta 1823. De allí pasa a la casa de los Rotschild, en la que permanece durante seis años, hasta 1829, fecha en la que da por terminada su carrera.
A partir de entonces se dedica a escribir, a sus estudios científico-gastronómicos y a recibir y aconsejar a sus alumnos. Quizás debilitada su salud, por los celos y continuos ataques de críticos y compañeros de profesión se ve obligado a guardar cama, y su vida se ve truncada un día de enero de 1833 mientras explicaba a uno de sus alumnos como corregir un plato que le había preparado.

Carême fue un hombre tremendamente culto, y, junto con la cocina y la arquitectura se dedicó a otra de sus pasiones… la de escribir. Entre sus obras cabe destacar: Le patissier royal parisien, obra en dos volúmenes, Le patissier pittoresque; ambas obras ilustradas por el propio autor. Le maître d’hotel français, en dos volúmenes; Le cuisinier parisien; y su más ambiciosa obra L’art de la cuisine au XIX siêcle, obra en cinco volúmenes de los cuales los dos últimos fueron terminados por sus alumnos gracias a las notas de su amigo Plumeray. En sus libros de cocina son abundantes las observaciones y aclaraciones sobre técnicas y recetas. Como escritor fue bastante prolífico y no sólo escribió sobre gastronomía sino que también publicó algunas obras sobre arquitectura.

Carême es el verdadero maestro en el arte de los bufés. Según palabras de Néstor Luján “Carême sabía excitar el apetito y renovar, por la belleza de su presentación, el orden y la sucesión, medida y suntuosa, de los platos, de los más suntuosos banquetes... Para el gusto de hoy, la escenografía de la mesa y la riqueza de sus condimentos, hacen difícil pensar que Carême fuera considerado en su época como un simplificador. Pero evidentemente lo fue,…”. Carême es pionero en diferenciar las decoraciones de platos calientes y platos fríos.
Aunque ya existían de antes, es el primero en teorizar sobre las técnicas del braseado y salteado, términos que no son exactamente iguales para lo que hoy día conocemos; el braseado para Carême guarda más similitud con lo que actualmente conocemos por esa técnica, pero sin embargo el salteado era para él, un jugo concentrado resultante de la cocción prolongada de este y pasado por un colador, y que sirve para enriquecer el sabor de las piezas cocidas en él.
Antonin era, sobre todo, un gran pastelero y un gran salsero, como ejemplo de compenetración de estas dos categorías podemos citar su magistral receta de volován a la financiera, creo poder afirmar que fue el creador del volován. En una época en la que se multiplican las salsas, Carême, fue el primero en teorizar sobre ellas y realiza una clasificación de las grandes salsas, a partir de las cuales se pueden elaborar infinitud, para él eran cinco: española, velouté, bechamel, alemana y la salsa de tomate.

Carême, además, trabajo enormemente para dignificar el trabajo de sus compañeros de profesión, para mejorar la higiene en las cocinas e introdujo cambios en la uniformidad, así como la creación de nuevos utensilios de cocina diseñados por él.

Fue criticado por muchos, que le reconocieron después de su muerte. Pero él a su vez, también lo fue, sobre todo con los críticos de cocina, en especial con B. Savarin, a los que recriminaba que escribieran sobre cocina sin ser verdaderos prácticos en el arte.


Algunas observaciones, de Carême, extraídas de uno de sus libros:

Sobre el cocido:
Por medio de este calor templado el cocido espuma lentamente…, o sea la parte más sabrosa de la carne, al disolverse poco a poco, comunica unción al caldo… Por el contrario, si la marmita se coloca sobre un fuego demasiado fuerte, la ebullición se precipita, la albúmina se coagula y endurece… y no se obtiene para comer sino un hervido duro y un caldo sin sabor”

Sobre la farsa para rollos y quenelles:
He aquí otra de las cosas que he mejorado sensiblemente al suprimir la clara de huevo montada… y sustituirla por bechamel…la clara de huevo no podía comunicar al rollo durante la cocción sino un abotargamiento que cesaba al escurrirlo sin darle muelle alguno. La adición de la salsa bechamel, por el contrario, le confiere delicadeza, sabor y perfección. Mis colegas que tenían por costumbre cocinar de esta antigua forma pronto se darán cuenta de la diferencia…”

Sobre los potajes:
Es necesario agregar una punta de azúcar en los potajes de raíces y legumbres para atenuar su acritud y hacerlos más agradables”


Sobre los… (a los que sientan más curiosidad les recomiendo la lectura de uno de sus libros)


Y con esto termino, por el momento, una breve semblanza del que fuera considerado el rey de los cocineros y cocinero de reyes, y el más grande cocinero que en el mundo ha sido y será.


Bibliografía consultada:
-El gran arte de los fondos, caldos, adobos y potajes. M.A. Carême. Ed. Tusquets
-Historia de la gastronomía. H.Schraemli. Ed. Destino
-Historia de la gastronomía. N. Luján. Ed. Folio
-Historia de la cocina y de los cocineros. E.Neirinck y J.P. Poulain. Ed. Zendrera Zariquiey
-Historia de la cocina occidental. C. Azcoytia. Ed. adamRamada


Notas aparte:
Podéis consultar el siguiente artículo de Abraham García sobre Carême